I talk often about the liturgy and the importance of praying the liturgy correctly. The norms of the liturgy, the rubrics, are not burdensome. On the contrary, when we are obedient, they form en us the correct disposition to receive the grace of Christ. In fact, we are being made like Christ, especially through the sacred liturgy.
The eucharist is the expiation for our sins, because it is love, because it is Him who died and rose again for us. When we participate in the prayers and above all when we receive holy communion, we receive the love of Christ and we unite our love, our good words and our prayers to His love, for the praise and glory of the Father.
Therefore, it is just as important how we worship as how we live. It is not sufficient to worship correctly, if we do not live with love for each other. "This is my commandment: that you love one another as I have loved you," says Jesus.
If we love one another, including our enemies, only then will we be able to recognize truly the great love that will be present upon our altar. If we do not love in truth, we tell Him a despicable lie when we praise Him with our songs and take Him into our souls. When we serve the poor, the oppressed, the afflicted, the stranger - we serve Christ Himself. The same Christ through whom we offer the great sacrifice of love: His love and our love. His love is always acceptable to the Father and hence always brings salvation to the world. But we must unite like with like: the sacrifice of our lives ought to express the love of Christ and love for Christ.
"I have told you this so that my joy may be in you, and your joy may be complete," says Jesus.
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Hablo a menudo acerca de la liturgia y de la importancia de rezar la liturgia correctamente. Las normas de la liturgia, las rúbricas, no son gravosos. Por el contrario, cuando somos obedientes, forman en nosotros la disposición correcta para recibir la gracia de Cristo. De hecho, estamos siendo hechos semejantes a Cristo, especialmente a través de la sagrada liturgia.
La eucaristía es la expiación por nuestros pecados, porque es el amor, porque es él que murió y resucitó por nosotros. Cuando participamos en las oraciones, y sobre todo cuando recibimos la sagrada comunión, recibimos el amor de Cristo y nos unimos a nuestro amor, nuestras buenas obras y nuestras oraciones a su amor, para la alabanza y la gloria del Padre.
Por eso es tan importante cómo adoramos y cómo vivimos. No es suficiente tener la adoración correcta, si no vivimos con amor los unos a los otros. “Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado,” dijo Jesús.
Si nos amamos unos a otros, incluyendo a nuestros enemigos, sólo entonces podremos reconocer verdaderamente el gran amor que estara presente en nuestro altar. Si no amamos de verdad, le decimos una mentira despreciable cuando lo alabamos por nuestras canciones y lo tomamos en nuestras almas. Cuando servimos a los pobres, los oprimidos, a los afligidos, el extranjero - servimos a Cristo mismo. El mismo Cristo a través de quien ofrecemos el gran sacrificio de amor: su amor y nuestro amor. Su amor es siempre aceptable al Padre y por lo tanto su sacrificio siempre trae la salvación al mundo. Pero debemos unir el similar con lo que es similar: el sacrificio de nuestras vidas debe expresar el amor de Cristo y el amor por Cristo.
Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena, dijo Jesús.
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