Jesus tells us that he wants us to be servants of all. He tells us to love one another as he loved us. Thinking nice religious thoughts about God is good but it doesn’t go far enough. Who then should we love? The world that did not accept the Son, when he came into the world to save it from sin, is the same world that God loved so much that he gave his Son so that everyone who believed in him might not perish. The testimony of the only Son of God concerning the Father’s love was made manifest on the Cross. It shone forth in the glory of the Resurrection. It was proved in the filling of hearts by the Holy Spirit.
First we must receive mercy from the throne of grace. Then we must live it as a witness for others. The most intimate of moments in the life of the Christian is here in the hearing of God’s holy word and in the eating of the sacrifice of the altar. This is meant to nourish us in our journey towards heaven. Heaven is unity and communion forever with the God who is love. And heaven begins now. It is not enough to love God with pretty thoughts or sentiments. He proved his love by loving us while we were still sinners. Let us prove our love of him by loving and serving those whom he loves: the whole world, each person without exception, regardless of their sins.
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Jesús es el siervo sufriente. A través de su sufrimiento nos justificó. Eso significa que quita nuestros pecados y nos hace santos. Es algo extraño pensar que el sufrimiento puede pagar por el pecado. La palabra sufferre latin significa que sufrir, soportar, aguantar. ¿Qué es lo que Jesús sufrió? No sólo el castigo por nuestros pecados en la cruz. Pero él aguantó nuestra condición humana. Él llevó nuestros débilidades. "Sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y en su porte como hombre." (Filipenses 2: 7) El Señor de toda la creación, a través de quién y de quién y para quién fueron hechas todas las cosas, la imagen del Dios invisible se hizo hombre y siervo a toda la humanidad. Él nos dio su vida para que podamos tener vida.
Jesús nos dice que él quiere que seamos siervos de todos. Él nos dice que debemos amarnos los unos a los otros como él nos amó. Pensando agradables pensamientos religiosos de Dios es buena, pero no es suficiente. Entonces, ¿quién debemos amar? El mundo que no aceptaron el Hijo, cuando él vino al mundo para salvarlo del pecado, es el mismo mundo que Dios amó tanto que dio a su Hijo para que todo el que cree en él no perezca. El testimonio del Hijo único de Dios sobre el amor del Padre fue manifestado en la Cruz. Su amor brilló en la gloria de la Resurrección. Se demostró en el llenado de los corazones por el Espíritu Santo.
Primero tenemos que recibir la misericordia del trono de la gracia. Entonces tenemos que vivirla como un testimonio para los demás. El más íntimo de los momentos de la vida cristiana es aquí en la audiencia de la santa palabra de Dios y en el comer del sacrificio del altar. Esto es para alimentarnos en nuestro viaje hacia el cielo. El cielo es la unidad y la comunión para siempre con el Dios que es amor. Y el cielo comienza ahora. No basta amar a Dios con pensamientos bonitos o sentimientos. Él demostró su amor por amarnos cuando todavía éramos pecadores. Demostremos nuestro amor por él, a través de amar y servir a aquellos a quienes Dios ama – todo el mundo, cada persona sin excepción, independientemente de sus pecados.
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